septiembre 27, 2025

El poder suave del español: Cultura, economía e influencia

Por: Juan Ramón Castro, profesor de español en Spanish Classes Barcelona ELE USAL

En un mundo cada vez más interconectado, donde las disputas se resuelven tanto en las salas de juntas como en los algoritmos de las redes sociales, el poder ya no reside únicamente en las armas ni en las finanzas. La influencia cultural, lingüística y simbólica se ha convertido en una herramienta estratégica: el llamado “poder suave”. Y en este terreno, el español se consolida como una de las lenguas con mayor proyección global.

Una lengua con pasado imperial y presente global

El español, también llamado castellano, es actualmente la segunda lengua materna más hablada del mundo después del chino mandarín, con más de 500 millones de hablantes nativos. Si se suman los hablantes como segunda lengua y quienes lo estudian, la cifra supera los 600 millones.

Esta expansión, aunque inicialmente ligada al pasado colonial, ha evolucionado hacia una realidad mucho más compleja: el español no solo se habla en más de 20 países, sino que se ha convertido en un vehículo de cultura, negocios, conocimiento y comunicación global.

Cultura que exporta: del Quijote a Rosalía

El poder blando del español se manifiesta primero en su capacidad de exportar cultura. Desde Cervantes hasta Gabriel García Márquez, pasando por Almodóvar, Shakira o Rosalía, el universo cultural hispano ha demostrado ser magnético, diverso y adaptable.

Las telenovelas mexicanas, las series españolas en plataformas como Netflix (“La Casa de Papel”, “Élite”), la música urbana latina y los festivales de cine en español han conseguido lo que antes parecía improbable: cruzar barreras lingüísticas y culturales, y establecer una presencia duradera en mercados anglófonos, francófonos y asiáticos.

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El Instituto Cervantes estima que el 7,6% de los usuarios de internet se comunican en español, y que en redes sociales como Facebook, Instagram y X (antes Twitter), el español ocupa consistentemente el segundo o tercer lugar en volumen de publicaciones.

Economía en español: un mercado de dimensiones continentales

Hablar español no es solo una ventaja cultural, sino también económica. Se estima que el conjunto de países hispanohablantes representa un PIB combinado de más de 7 billones de dólares. Además, el español es una lengua fundamental para los negocios internacionales en sectores como el turismo, el entretenimiento, la tecnología, y los servicios financieros.

En Estados Unidos, donde hay más de 60 millones de hispanos, las marcas han entendido desde hace años que comunicar en español es conectar emocionalmente con un segmento poderoso y en crecimiento. Multinacionales como Google, Amazon, Coca-Cola o Nike ya ofrecen experiencias de usuario completas en español, no por cortesía, sino por estrategia.

Además, el turismo idiomático –personas que viajan para aprender español– ha ganado peso en países como España, México, Argentina o Colombia. El Instituto Cervantes calcula que cada año, cientos de miles de personas viajan para sumergirse en la lengua y la cultura hispana, lo que representa un motor económico y diplomático.

La lengua como herramienta geopolítica

En diplomacia y relaciones internacionales, el español ha ganado espacios estratégicos. Es idioma oficial de la ONU, la Unión Europea, la OEA, la CELAC, la Organización Mundial del Turismo, entre otras instituciones multilaterales. Esto no solo simboliza prestigio, sino que permite a los países hispanohablantes participar de manera más activa en la gobernanza global.

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Asimismo, universidades en Europa, Asia y Estados Unidos están aumentando sus programas en lengua española. Y mientras crece la demanda por aprender chino y árabe, el español sigue siendo la lengua extranjera más estudiada en Estados Unidos, Brasil y muchos países europeos.

Un idioma vivo, diverso y adaptable

Uno de los grandes valores del español es su capacidad de adaptarse sin perder identidad. Con más de 20 variantes nacionales, el idioma ha sabido acoger acentos, giros, modismos y culturas sin fragmentarse. Esa diversidad –que en otras lenguas podría verse como una amenaza– es en el español una fortaleza: cada país imprime su sello, pero todos entienden y celebran lo compartido.

La RAE y la ASALE, a través del Diccionario panhispánico y otras herramientas de normalización flexible, han facilitado este proceso de integración lingüística. En un mundo digital donde las palabras viajan más rápido que nunca, esta adaptabilidad es un valor clave.

El reto de no dormirse

Sin embargo, no todo es triunfo. El español, pese a su expansión, enfrenta desafíos: la hegemonía del inglés en ciencia y tecnología, la infrarepresentación en ámbitos académicos de élite, y el reto de digitalizar la lengua de forma competitiva frente a otros idiomas.

Organismos como el Instituto Cervantes, la Real Academia Española y las universidades hispanas tienen un rol central: fomentar la producción de conocimiento en español, mejorar la visibilidad del idioma en la inteligencia artificial, y formar profesionales que lo defiendan como un vehículo válido para la innovación.

Un idioma con futuro

Si el siglo XX fue dominado por el inglés, el siglo XXI será probablemente multilingüe. En ese contexto, el español tiene todos los ingredientes para consolidarse como una de las grandes lenguas del planeta: una comunidad viva y creciente, un ecosistema cultural potente, y un valor estratégico que va mucho más allá de las palabras.

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Porque cuando se habla español, no solo se comunica. Se canta, se ríe, se negocia, se piensa. Y eso, en el escenario global, es poder en estado puro.